lunes, 30 de septiembre de 2013

Caprichos del destino

Este poema lo escribí hace tiempo a un hombre que quiso ser lo que no pudo.
Ni yo ni nadie podríamos presagiar que me convertiría en Mar.
Hoy estas palabras recobran todo su sentido y son más actuales que nunca.  Espero que os gusten.

Mar en calma viento estable
no me juzgues, no me apartes.

Zarandeado en cubierta el mar sube, el viento apremia,
el aire me moja, el agua me seca,
ven a mi lado o déjame quieta.

No te involucres, Dios no lo quiera.
Mar en calma, déjame en tierra.



jueves, 5 de septiembre de 2013

Lo normal

Una de las preguntas que te suele hacer un posible cliente cuando te llama es: “¿Qué servicios haces?”. A lo que yo suele responder: “Mejor te digo lo que no hago y si quieres comentarme alguna cosita lo hablamos”.  Algunos se quedan callados pero otros muchos responden rápidamente: “No, no…yo lo normal
Y  ahí va la pregunta: ¿Qué es “lo normal”?

 Para un hombre casado que en su casa no tiene sexo oral lo normal, y con lo que más disfruta en manos de una profesional, es con una buena felación. Para un chico joven y sin pareja lo normal es que le llenen de besos cálidos, sensuales y profundos. Para un sumiso lo normal es la dominación y para un masoquista que le infrinjan dolor. Entonces;  ¿qué es “lo normal”? Un hombre heterosexual que encuentra placer en que le penetren analmente no deja de ser heterosexual (¿alguien recuerda dónde está el punto G masculino?) Un masaje de próstata no desvirga a ningún hombre y le causará un placer sublime. La lluvia dorada no hace daño a nadie y puede darle mucho placer a tu compañero.

Lo normal no tiene por qué ser normal para todos ni parecer normal  a los demás.

Yo hablo de momentos de intimidad en los encuentros con mis clientes porque es lo que son. Y son para que los dos nos sintamos a gusto con la práctica que realicemos. Son íntimos precisamente por eso, porque compartimos más allá de tabús, de clichés y de prejuicios. Por eso es hermoso, es placentero y es bueno. Y, aunque no lo creas, te hace mucho más humano. Puede ayudarte a conocerte y quererte como eres, a quitar barrotes a celdas de toda una vida y a que consigas alas para volar.