Este poema lo escribí hace tiempo a un hombre que quiso ser lo que no pudo.
Ni yo ni nadie podríamos presagiar que me convertiría en
Mar.
Hoy estas palabras recobran todo su sentido y son más
actuales que nunca. Espero que os
gusten.
no me juzgues, no me apartes.
Zarandeado en cubierta el mar sube, el viento apremia,
el aire me moja, el agua me seca,
ven a mi lado o déjame quieta.
No te involucres, Dios no lo quiera.
Mar en calma, déjame en tierra.